Actualmente parece que el objetivo último de nuestra
vida debe ser alcanzar la felicidad y que, si no lo conseguimos, habremos
fracasado. Nos dicen que la vida feliz es la vida cómoda, tranquila, aquella en
la que no hay problemas de ningún tipo, pero ¿una vida así no resultaría un
tanto aburrida? Una vida en la que no se te ponga a prueba, en la que no tengas
que luchar por conseguir aquello que deseas, a la larga, terminaría siendo una
vida aburrida y sin sentido.
A raíz de este pensamiento tan positivo, tan a favor
de la felicidad como modo de vida, surge un nuevo tipo de literatura que te muestra
qué tienes que hacer para ser feliz, los libros de autoayuda. Estos libros te
prometen que, por un módico precio, te revelarán los pasos que tienes que
seguir si quieres ser feliz. De esta manera, se asienta la idea de que si no
eres feliz es bien o porque no quieres, o porque no sabes cómo serlo.
Si no eres feliz porque no quieres, eres un bicho raro
que no sabe nada de la vida. Ahora bien, si lo que ocurre es que no sabes qué
es lo que tienes que hacer para ser feliz, no te preocupes, compra este libro
que te dirá qué tienes que hacer. ¿Que no te funciona? Tranquilo, toma este
otro que seguro que sí te funciona, yo me lo leí y mira ahora que feliz soy.
¿Este tampoco? Qué raro... Prueba este otro a ver. Y de esta manera nos
mantienen consumiendo una literatura que ni nos sirve para ser felices (sea lo
que sea eso) ni nos sirve para cultivar nuestra mente.
Sin embargo, el problema real de este tipo de
pensamiento positivo no es que nos mantengan consumiendo una literatura
inservible, sino que nos crean un malestar y una insatisfacción
crecientes. Nos venden que, para
triunfar en la vida, debemos ser felices y patologizan cualquier otra forma de
ser y estar. De esta manera, cuando nos sentimos decaídos, tristes, enfadados,
etc. lo último que vamos a hacer es manifestarlo o hablarlo con otra persona
porque “a ver si van a pensar que me pasa algo…”.
Y así, en esta sociedad en la que cualquier estado de
ánimo distinto a la felicidad no es aceptado e incluso está mal visto, temas tan
relevantes como el suicidio se esconden, se convierten en un tema tabú. Vivimos
en una burbuja que nos impide ver que la felicidad excesiva no es necesariamente
lo única forma, ni tampoco la más correcta, de afrontar la vida. No impide ver
que los problemas son algo normal y necesario en nuestro día a día, que estar
triste o enfadado es igual de válido que estar contento.
En definitiva, deberíamos dejar de buscar una vida
cómoda, tranquila, “feliz” y empezar a vivir de verdad, a buscar un propósito,
una pasión y luchar hasta conseguirlo. Deberíamos dejar de escapar de los
problemas y aprender a afrontarlos y resolverlos como se debe porque, de lo
contrario, nos pasaremos la vida huyendo creyéndonos felices sin haber vivido
realmente.