viernes, 22 de febrero de 2019

LA FELICIDAD

Actualmente parece que el objetivo último de nuestra vida debe ser alcanzar la felicidad y que, si no lo conseguimos, habremos fracasado. Nos dicen que la vida feliz es la vida cómoda, tranquila, aquella en la que no hay problemas de ningún tipo, pero ¿una vida así no resultaría un tanto aburrida? Una vida en la que no se te ponga a prueba, en la que no tengas que luchar por conseguir aquello que deseas, a la larga, terminaría siendo una vida aburrida y sin sentido.

A raíz de este pensamiento tan positivo, tan a favor de la felicidad como modo de vida, surge un nuevo tipo de literatura que te muestra qué tienes que hacer para ser feliz, los libros de autoayuda. Estos libros te prometen que, por un módico precio, te revelarán los pasos que tienes que seguir si quieres ser feliz. De esta manera, se asienta la idea de que si no eres feliz es bien o porque no quieres, o porque no sabes cómo serlo.

Si no eres feliz porque no quieres, eres un bicho raro que no sabe nada de la vida. Ahora bien, si lo que ocurre es que no sabes qué es lo que tienes que hacer para ser feliz, no te preocupes, compra este libro que te dirá qué tienes que hacer. ¿Que no te funciona? Tranquilo, toma este otro que seguro que sí te funciona, yo me lo leí y mira ahora que feliz soy. ¿Este tampoco? Qué raro... Prueba este otro a ver. Y de esta manera nos mantienen consumiendo una literatura que ni nos sirve para ser felices (sea lo que sea eso) ni nos sirve para cultivar nuestra mente.


Sin embargo, el problema real de este tipo de pensamiento positivo no es que nos mantengan consumiendo una literatura inservible, sino que nos crean un malestar y una insatisfacción crecientes.  Nos venden que, para triunfar en la vida, debemos ser felices y patologizan cualquier otra forma de ser y estar. De esta manera, cuando nos sentimos decaídos, tristes, enfadados, etc. lo último que vamos a hacer es manifestarlo o hablarlo con otra persona porque “a ver si van a pensar que me pasa algo…”.

Y así, en esta sociedad en la que cualquier estado de ánimo distinto a la felicidad no es aceptado e incluso está mal visto, temas tan relevantes como el suicidio se esconden, se convierten en un tema tabú. Vivimos en una burbuja que nos impide ver que la felicidad excesiva no es necesariamente lo única forma, ni tampoco la más correcta, de afrontar la vida. No impide ver que los problemas son algo normal y necesario en nuestro día a día, que estar triste o enfadado es igual de válido que estar contento.

En definitiva, deberíamos dejar de buscar una vida cómoda, tranquila, “feliz” y empezar a vivir de verdad, a buscar un propósito, una pasión y luchar hasta conseguirlo. Deberíamos dejar de escapar de los problemas y aprender a afrontarlos y resolverlos como se debe porque, de lo contrario, nos pasaremos la vida huyendo creyéndonos felices sin haber vivido realmente.

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